Ruta 2024: Guerra de baja intensidad en Morena

El proceso para designar candidata o candidato presidencial ha provocado tensión entre corcholatas, sobre todo con Ebrard / ¿En Puebla, Armenta y Mier lejos de la candidatura a gobernador?

Alfredo González Castro

15/05/2023 - 0:00 HS

Creada o no, ficticia o no, existe en este momento una especie de guerra fría entre Marcelo Ebrard y Mario Delgado, dirigente nacional de Morena.


De ser aliados estratégicos y políticos, hace varios años, la sucesión presidencial de 2024 colocó a estos personajes en lados opuestos. El Canciller no renuncia a la posibilidad de ser candidato presidencial y exige a su dirigente reglas en el proceso interno, que actúe con equidad y que no haya dados cargados.


En tanto, al que en su momento muchos consideraron sus discípulo tiene que lidiar con esta presión y la que imprimen las otras corcholatas presidenciales. Lo cierto, sin embargo, es que Delgado no se arredra y bajo ninguna circunstancias, me dicen, piensa ceder a las imposiciones y mucho menos a la grosería de Ebrard de no responderle siquiera sus llamadas.


Los tiempos no los fija ni el canciller ni las otras corcholatas. Esa tarea corresponde al presidente de Morena y, de facto, al presidente Andrés Manuel López Obrador, el verdadero jefe del partido guinda.


Bajo esa premisa, Delgado ya hizo saber a todos los suspirantes a la silla del águila que los tiempos de ellos no son los tiempos del partido.


La prioridad en este momento son las elecciones del 4 de junio en el Estado de México y Coahuila. Don Mario y AMLO dan por hecho que tienen en la bolsa la gubernatura de la primera entidad y en la del norte la tienen muy complicada.


Por esa razón, enviarán a puros pesos pesados, entre ellos a las corcholatas presidenciales, para empujar el triunfo de Armando Guadiana o, al menos que crezca la votación de cara a la elección de diputados y senadores el próximo año.


Pero en ese paquete el único que no había respondido, hasta el fin de semana, era Ebrard. Trae su propia agenda.


En el caso del Edomex, también veremos pronto un cierre con la presencia de personajes del centro al lado de Delfina Gómez, porque aunque tienen la certeza del triunfo, AMLO exigió un porcentaje holgado para ayudar a la CDMX y, de paso, en la Cámara y el Senado.


Quiere el presidente una votación récord para que en 2024 puedan asegurar el carro completo. Y eso es algo que algunas corcholatas, como Marcelo, no logran entender. Su objetivo es apresurar los tiempos cuando hay otras prioridades.

 


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Con el retiro de María Luisa Albores de la contienda por la gubernatura de Puebla, parecería que deja el camino abierto al senador Alejandro Armenta o al diputado Ignacio Mier, lo cierto es que ninguno de los dos goza de la simpatía de Palacio Nacional, porque tienen muy malos antecedentes. Con Miguel Barbosa como gobernador, ese par libró una batalla política, jurídica y hasta de escándalos personales. Querían ganar simpatías. Y se colocaron en un lugar que nada gustó a López Obrador.


Lo cierto, sin embargo, es que ambos han sido útiles desde la Cámara y el Senado pero, de ahí a que sean bien vistos, hay mucha distancia.


La pifia más reciente de Armenta fue querer madrugar a su coordinador, Ricardo Monreal, con una iniciativa para desaparecer al INAI. En el caso de Ignacio Mier, durante mucho tiempo jugó con Barbosa, aunque con el fallecimiento del gobernador quedó medio desprotegido en la guerra que ambos le hicieron al senador.


Fue AMLO quien metió orden cuando murió el mandatario estatal y, junto con la esposa de él, decidió que el sustituto fuera Sergio Salomón.


Ahora, todo apunta a que la candidatura podría recaer en Julio Huerta, actual secretario de Gobernación de Puebla. Tiene dos cosas a favor; es la carta del mandatario en turno y el promotor de la candidatura de Claudia Sheinbaum en la entidad.


 

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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo:  “Es más fácil reprimir el primer capricho que satisfacer a todos los que le siguen.”

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