Alfredo González Castro
30/10/2023 - 10:00 HS
La reconstrucción del Puerto de Acapulco, su zona conurbada y la región más pobre de Guerrero, se interpuso en el camino de Andrés Manuel López Obrador quien, además de concluir obras emblemáticas como el Tren Maya o la Refinería Dos Bocas, tendrá ahora la misión de sacar de los escombros a la Perla del Pacífico.
Tiene un año para concluir su gobierno y está obligado a demostrar si la 4T cuenta con los recursos estratégicos y la habilidad para salir de la crisis que provocó el meteoro más peligroso y devastador de los últimos tiempos.
De las desgracias, surgen las oportunidades. AMLO pondrá a prueba sus dotes de liderazgo y movilización sin dañar a su sucesora, porque, de lo bien o mal que salga, dependerá la permanencia de Morena en la Presidencia.
Y él, junto con la gobernadora Evelyn Salgado y la presidenta municipal del Puerto, Abelina López, estarán bajo el escrutinio de los electores.
Aunque por sus primeras medidas hay más dudas que certezas.
La alcaldesa Abelina dio la cara dos días después del impacto de Otis y atribuyó la rapiña a una “cohesión social”.
Mientras tanto, la mandataria estatal tardó más de 24 horas en aparecer y hacer un balance parcial sobre víctimas y daños.
Sin embargo, hasta ayer, cinco días después del impacto del huracán, se desconocía la identidad y el saldo final de muertos, así como el tamaño real de las afectaciones.
Y, si alguien lo sabe, incluido el inquilino de Palacio Nacional, no lo comunican con efectividad.
Pero algunas firmas nacionales y extranjeras calculan que las pérdidas económicas podrían alcanzar los 15 mil millones de dólares, algo parecido a lo que gastará el gobierno en la construcción de la refinería Dos Bocas o poco más de la mitad de lo que costará el Tren Maya.
Eso quiere decir que la 4T tendrá que echar mano de recursos no presupuestados, además de buscar aliados estratégicos, entre entidades financieras y grupos empresariales a los que han maltratado durante este gobierno.
Todo con el pie metido en el fondo del acelerador, porque arrancará la temporada alta sin uno de los principales destinos turísticos del país.
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HISTORIAS DE TERROR… Por redes sociales circulan historias de asaltos en carretera contra personas que intentan llevar víveres a la zona afectada por el huracán.
El modus operandi: comandos de gente armada, en vehículos con insignias de la Guardia Nacional y el Ejército Mexicano, instalaron retenes en la carretera Chilpancingo-Acapulco como parte de supuestos operativos para revisar a pasajeros y carga.
Lo que hacen en realidad es golpear y despojar de sus pertenencias y víveres a los ocupantes, como ocurrió con el dueño de un hospital capitalino que trataba de llevar ayuda que recolectó entre amigos.
No llegó a su destino y, junto con sus hijos y colaboradores, ya sin dinero, sin tarjetas de crédito, ni teléfonos celulares, se vio obligado a volver a la CDMX.
Como los supuestos “militares” rompieron todos los faros de los vehículos en los que viajaba, no pudo transitar de noche.
Intentó pernoctar en Chilpancingo, sólo que por un cuarto en un hotel de paso le quisieron cobrar cinco mil pesos por noche.
Golpeados y despojados durmieron unas horas en sus camionetas el sábado por la noche y, a la primera luz del domingo, emprendieron su viaje de regreso a la capital del país.
Tal parece que surtió efecto la instrucción presidencial de no dejar pasar ayuda humanitaria de ningún particular.
Pero se les pasó la mano y hasta asaltados están resultando los buenos samaritanos.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La reconstrucción es como hacer un rompecabezas con piezas perdidas: a veces, las piezas nuevas encajan mejor que las antiguas”.
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