Alfredo González Castro
08/08/2022 - 0:00 HS
El próximo 2 de octubre, Movimiento Regeneración Nacional (Morena) cumple nueve años de su fundación y cumplió ya cuatro años de haber ganado la Presidencia, pero sigue comportándose de todas formas menos como un partido político hecho y derecho.
Los pleitos internos, de duros contra neomorenistas, la guerra de castas y tribus, son permanentes, aunque todo hace pensar que están propiciados por López Obrador para mantener un férreo control sobre dirigentes, acciones y candidaturas.
Morena es un movimiento que orbita en torno a un solo hombre. No ha aprendido a ser un instituto político.
Solo de esa forma pueden explicarse muchas de sus decisiones, como la imposición de Delfina Gómez en el Edomex y pleitos en otras esferas, sobre todo en la Cámara y el Senado.
Casos recientes dan cuenta de que nadie, que no sea AMLO, tiene el control, Aunque eso ya es decir mucho.
Por ejemplo, en días recientes se intensificó la guerra por la presidencia del Senado. Y la pelea no es con partidos antagónicos sino al interior de Morena.
Grupos de Ricardo Monreal y José Narro mantienen una disputa a unas semanas de que arranque el periodo ordinario de sesiones.
Los monrealistas piden que se investigue a Narro (quien aspira a presidir el Senado) por la desaparición de dos marinos que le fueron asignados en marzo como escoltas.
Mientras que, del lado opuesto, piden la salida de Monreal porque dicen que se apropió del Senado para atender intereses políticos y económicos personales.
Como sea, no hay visos de solución, mucho menos mediación alguna, por lo que se espera que el fuego amigo se intensifique.
Otro frente abierto en Morena surgió durante la renovación de los 300 comités distritales.
Llovieron denuncias por compra de votos, fraude y violencia, pero AMLO y Mario Delgado las minimizaron. Los inconformes piden el recuento de votos y la anulación de la elección en todo el país.
Los quejosos no son de la oposición. Tienen nombre y apellido, entre los que destacan René Bejarano, Alejandro Rojas y John Ackerman.
Con esto se confirma, otra vez, que nadie tiene el control del partido.
Morena sigue ganando elecciones porque la gente continúa votando por AMLO, algo que él mismo sabe y aprovecha.
La militancia y sus liderazgos sólo buscan cualquier cargo para vivir de la dádiva, los cacicazgos y las migajas del poder, muy parecido a lo que hacía al PRI en sus mejores épocas, pero sin una ideología y con un solo hombre en el poder.
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Dicen que no hay publicidad mala, pero quien está viviendo las de Caín son los propietarios del restaurante Sonora Grill. La mala decisión de clasificar de forma racista y discriminatoria a sus clientes les pegó en las ventas del fin de semana. Todo por las malas decisiones de su CEO, Ricardo Añorve. Su estrategia para el manejo de la crisis consiste en ofrecer comida gratis a influencers y periodistas.
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Y como dice el filósofo... Nomeacuerdo: “Nada bueno se puede esperar de una relación construída en un burdel, con vino y pólvora de cañón”
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